“Por supuesto que somos una empresa eficiente, rentable y exitosa en términos de utilidades, pero lo que ha hecho posible su sostenibilidad es el resultado de todo lo que hacemos por nuestros clientes, las comunidades y los trabajadores», asegura González.
Con estas palabras, el CEO de la compañía, destacó que en Progreso, las utilidades no son un objetivo, sino el resultado de una serie de acciones plasmadas en el Código de Valores, Ética y Conducta y en la Agenda de Liderazgo que la empresa tiene.
Los pilares de ese éxito: Liderazgo genuino, comportamiento ético, solidaridad y compromiso con la sostenibilidad de la empresa.
Bajo esas premisas, Progreso ha destinado durante la pandemia más de US$1,1 millones al combate de impactos de la crisis sanitaria (6% para prevención y 94% para mitigación). El 70% del aporte fue destinado a temas de alcance nacional, el 20% se entregó específicamente a comunidades vecinas y el 10% restante se usó para apoyar acciones en la ciudad capital.
“A partir de esos grandes principios construimos un ecosistema basado en servicio, calidad y compromiso con el resultado, así como en la búsqueda del bienestar de nuestros colaboradores, su desarrollo profesional y personal y el reconocimiento de aquellas actitudes y logros que nos apoyen a todos a alcanzar nuestros resultados”, destaca González.
El CEO de la empresa, indicó que el espíritu innovador de don Carlos Novella ha quedado impreso en el ADN de la compañía, invitando a cada uno de sus miembros a estar con la punta de lanza de la tecnología para poder ofrecer a sus clientes el mejor producto y la mejor calidad posible.
En la publicación regional, González hace referencia a la calidad y pasión que existe en todos los niveles de Progreso. «Los productos de calidad que vendemos, la solidaridad que nos caracteriza y el cuidado de mantener un ambiente de trabajo adecuado, nos da la licencia social para operar, al amparo de la ciudadanía corporativa que nos enorgullecemos de ejercer. Por eso esta empresa se ha vuelto una institución a nivel regional”, asegura.
Y es que en el mercado guatemalteco existen cerca de 14 marcas de cemento y dentro de esa gran oferta, destacan los productos de Progreso, gracias a la gente detrás de su fabricación, llamada a vivir los valores que rigen al grupo, dentro y fuera de la organización.
A nivel regional, la empresa cuenta con 3 mil 211 colaboradores en 2020 (aumento del 1,3% respecto a 2019). 94,4 % de los colaboradores laboran en Guatemala, sede principal del grupo aunque tiene presencia en cuatro países más: Belice, Honduras, Panamá y Colombia.
Uno de los logros que más destaca González en la publicación es la aceleradora de proyectos Progreso X, encargada de apresurar los proyectos de innovación que se generan, con la finalidad de llevarlos a su máximo potencial. También posee un programa de reconocimiento, (Granito de Oro), que premia proyectos de innovación y el desarrollo de nuevos productos, algunos de los cuales ya comercializan.
Otro de los logros más importantes del grupo fue precisamente la finalización de la ya citada Planta San Gabriel, inaugurada después de 12 años, con una inversión cercana a los US$1.300 millones. “A esta generación de colaboradores de Progreso nos tocó el gran reto de asumir el compromiso frente a la familia y nuestra Junta Directiva para hacer la inversión de capital más grande en la historia del sector privado de Guatemala».
Para nosotros, la familia y el país son un proyecto estratégico porque el cemento y el concreto son materiales que definen qué tan eficaz y qué tan eficiente va a ser una nación en el futuro, ya que sin infraestructura no es viable competir con el resto del mundo”, puntualiza.
En la publicación se destaca, que de la mano de la construcción de la planta, la compañía desarrolló una relación genuina con las comunidades cercanas, a través de programas sociales, de educación, salud y nutrición, entre otros.
“La instalación de una fábrica del siglo XXI en San Juan Sacatepéquez no podía operar si las poblaciones alrededor nuestro se encontraban en condiciones del Siglo XVIII. Por eso, lo primero que hicimos fue evaluar cómo podíamos elevar el nivel de nutrición, capacitación y dignidad de las personas indígenas que vivían en la zona”, aseguró.
Summa destaca la presencia regional de Progreso: En Guatemala una planta de cal, una planta de predosificados, 15 plantas de concreto fijas y 2 plantas móviles; dos plantas de cementos, una planta de bolsas de papel, Seis plantas de agregados y una comercializadora de energía eléctrica.
En Honduras se tiene una planta de cementos, mientras que en Belice creció 3,4% las ventas de cemento donde inició operaciones en 2019. con el envío de material desde Guatemala. A finales de julio 2021, inauguró una planta con la capacidad para producir 100.000 toneladas de cemento que en principio produce cemento de uso general.
En Panamá en 2019, Progreso adquirió el 100% de la empresa Cemento Interoceánico, que tenía 13 años de operar en Panamá. La compra incluyó una planta de molienda de cemento, con una capacidad instalada de 300.000 toneladas, y tres plantas de concreto.
Para finalizar en Colombia En 2020, el grupo inició la venta de cemento a ese país suramericano.
Entre 2012 y 2019, Progreso aportó en zonas de influencia cerca de US$42 millones. En 2020, las inversiones comunitarias de las plantas de cemento y agregados beneficiaron a 48 mil 569 personas de forma directa, a las que se suman 218 mil 945 beneficiarios indirectos. Las inversiones realizadas por Progreso para mitigar la pandemia alcanzaron a 64 mil personas.
