“No se preocupe, yo lo apoyo”, era una de las principales frases que Plinio Herrera utilizaba con todos los colaboradores de la planta San Miguel, como la conocemos hoy en día. “Cementos Novella y después Progreso fueron mi vida. Nunca más trabajé en otro lugar. Me dediqué a cementos y acá me sentía bien”, fueron las palabras de Plinio que recoge un emotivo testimonial que la empresa guarda con orgullo.
Los primeros trabajos que se le encomendaron fueron, entre otros, hacer los drenajes generales de la Pedrera, supervisar la ampliación que se estaba haciendo del depósito de clinker para recibir el producto que se producía con los hornos Allis Chalmers y F. L Smidth que recién empezaba a trabajar. Además, un levantamiento topográfico de la cantera, modificaciones en la carga del horno de cal para evitar pérdidas de calor.
En 1966 se le encargó el levantamiento topográfico del área en donde se construirían los nuevos silos para cemento, cuando los planos estuvieron terminados, se encargó de la preparación del terreno y el trazo de los mismos, los que se erigieron en noviembre de 1967.
En 1969 empezó a involucrarse en la planificación de la planta número dos en San Miguel y en octubre de 1970 pasó a hacerse cargo de la sección de dibujo en La Pedrera. A principios de 1971 fue asignado como asistente del Ingeniero García Prendes, encargado de la organización del personal de oficina, dibujantes e ingenieros, para la construcción de la planta San Miguel. En junio de 1974 fue nombrado jefe de San Miguel.
Fernando Imieri, responsable de integrar a Plinio al equipo de Progreso, relata cómo fue ese momento tan significativo. “El Ingeniero Antonio García Prendes, jefe del Departamento, me pidió que buscara a un dibujante. Afortunadamente los estudios en la Facultad de Ingeniería iniciaban el 10 de febrero así que había tiempo para hacerlo”.
Imieri continúa con el relato. “El día de inicio de clases me reuní con los tres amigos que había conocido el año anterior y debía seleccionar a uno de ellos en los tres días que tenía. Tarea muy difícil porque los tres eran excelentes para el puesto. El viernes 12 de febrero de ese año le pedí a Plinio Herrera que me acompañara y le hice la propuesta, me contestó que si le interesaba trabajar en la iniciativa privada pero que todo dependía del salario por la urgente necesidad que tenía de ganar más, porque acababa de nacer su primer hijo; cuando le dije la cantidad no podía creerlo, me dijo que ese mismo día hablaría con su jefe en Recursos Hidráulicos, un departamento del gobierno de entonces, y me contestaría el lunes para ver cuando llegaba a trabajar.
¡NO! le contesté, la respuesta la necesito hoy mismo porque el lunes deberías principiar a trabajar en La Pedrera.
Así fue como el estudiante de Ingeniería Plinio Herrera, inició el 15 de febrero de 1965 a trabajar en una empresa en la que 56 años más tarde continuaría haciéndolo.
Aunque se dice fácil, cumplir más de medio siglo trabajando para una empresa supone un verdadero reto mental y emocional y Plinio Herrera lo hizo con humildad y compromiso.
Oscar López Estrada, ingeniero eléctrico y compañero de Plinio, lo recuerda con mucha nostalgia. “Conocí a Plinio hace 40 años, 1981, fui a entrevista de trabajo a San Miguel, había un puesto de Ingeniero Eléctrico, fue por la tarde y ya me había entrevistado con el superintendente general. Fue breve la entrevista y el final me preguntó directamente, cuando puede empezar a trabajar, fue una grata sorpresa para mí”, relata.
Además, López asegura que siempre fue muy cordial, y que en esos tiempos se involucraba mucho con los ingenieros de la planta, aun siendo él un poco mayor daba un trato muy cordial. “Siempre estaba dispuesto a ayudar aun cuando fuesen asuntos diferentes al trabajo. En 1984 yo estaba por construir mi casa, me hicieron un diseño de estructuras que no me pareció y él muy amablemente lo revisó y le hizo cambios hasta que quedó a su gusto, cambios muy prácticos de acuerdo a su criterio, luego fue mi consultor durante la construcción, yo la dirigí, pero siempre apoyado en sus sabios consejos”.
Relatos como este, acompañan la trayectoria de Plinio que abandonó el mundo terrenal el 11 de octubre pasado, sin embargo, su memoria y consejos, vivirán eternamente en los pasillos y caminos de la planta San Miguel y en todas las instalaciones de Progreso.
El grupo de jubilados Águilas de Oro, integrado por extrabajadores de Progreso rinde un homenaje a Plinio Herrera por su entrega, coraje y ejemplo en esos 56 años de trabajo constante. Plinio es un claro ejemplo de cómo los valores Progreso trascienden para construir juntos el país donde todos queremos vivir.
