Pienso que como si hubiera sido ayer; la oportunidad que Dios me dio de poder ingresar a una empresa grandiosa y tan comprometida. Decir 10 años es tan solo un número, pero si le sumo todo lo vivido en el programa “Juntos por Tu Hogar” la experiencia es incomparable.
Conocer cada casa, casa sitio, con vivencias individuales, compartir con los miembros de las familias, los sueños, los deseos, es una de las mejores sensaciones del mundo.
Era muy claro que todos deseaban un mejor lugar para vivir, una casa en donde soñar y desarrollarse. En el programa apostamos por ello, apostamos por servir, por apoyar a las familias para que pudiesen tener un espacio digno y seguro.
Nosotros trabajamos arduamente y las familias siempre, sin excepción nos entregaron su corazón. Compartimos los alimentos en las mesas, sonrisas y mucha alegría en cada uno de los proyectos.
Jamás olvidaré un almuerzo de melocotones en dulce al calor de fuego de una hornilla, en ese entonces paredes de adobe, el piso de tierra y un techo de teja. Esa comida fue tan valiosa, no solo por la calidez de ese hogar, sino por el amor y la ternura.
A través de estas experiencias, conocí el valor de la amistad, de las sonrisas y del valor humano. Nuestro trabajo no solo se limitó a lo estructural y material, apoyamos a las familias en salud, educación y procesos espirituales.

¡Gracias Progreso!
Porque me permitió conocer rincones tan bellos de Guatemala, lugares donde los compañeros viven y sumamos para fortalecer sus sueños y a mejorar su calidad de vida. Nunca olvidaré el caserío Los Herederos del Pansal de Puruhá, entre Baja y Alta Verapaz, la aldea El Arco de Piedra de San Agustín Acasaguastlán, y tantos otros lugares donde dejé parte de mi corazón.
Podría pasar horas escribiendo y contando anécdotas, contado sobre lo mucho que aprendí de la gente, de los hogares y de las comunidades.
Pero es la oportunidad de dar gracias, gracias, gracias.
Porque este bendito trabajo me permitió conocer y tener amistades para toda la vida, amigos entrañables que llevaré en el corazón.
Gracias Familia Novella, cultivar los valores que todos llevamos, por convertirnos en embajadores de la marca y ser parte de una gran familia.