
Home » Listado Voces » ¿Por qué es importante continuar aprendiendo sobre ética?
Sin embargo, mucho de lo que se imparte en esos cursos está enfocado en lo que se conoce como la metaética y la ética normativa. Esto, aun cuando es muy valioso para la formación profesional, poco nos prepara para enfrentar y aplicar correctamente los principios éticos y morales en ambientes laborales. Es ahí donde encontramos que dependemos de nuestro buen juicio y de la formación que recibimos en nuestros hogares para tomar las decisiones correctas que llegarán a marcar.
Mi primera asignación de alto nivel en el mundo laboral, hace varios años, fue como gerente de mercadeo para una reconocida marca de vehículos con representación en Guatemala. La representación había sido recientemente adicionada al portafolio de marcas del grupo empresarial en el que trabajaba como resultado de un proceso de adquisición.
Como suelen ser estos procesos de fusiones y adquisiciones, muchas de las personas en la empresa, no sabíamos nada de este plan hasta el momento que fue anunciado oficialmente por medio de comunicados internos y en los medios.
Desde que fui contratado, hasta el momento de la adquisición, yo era un gerente de marca junior apoyando en temas de mercadeo para las otras marcas del grupo y aprendiendo sobre el manejo del mercadeo de acuerdo con las políticas y procedimientos establecidos por la empresa sin saber que esta adquisición estaba siendo negociada a alto nivel.
Unos días después de anunciada la transacción, el gerente general del grupo me cita para una reunión, y me dice que, debido a mi desempeño, estaba seguro de que yo era la mejor opción para tomar el control de las operaciones de mercadeo de esta nueva marca del grupo y confiaba que cuidaría de los recursos de la empresa.
Me sentí muy orgulloso y honrado de ser el elegido, pero sabía que no sería una tarea fácil. Yo sería uno de los primeros enviados a tomar control de esta nueva marca para el grupo con el cargo de gerente de mercadeo. La consigna era aplicar y ejecutar las políticas y prácticas de mercadeo de la empresa y asegurarme de velar por los intereses de los nuevos accionistas en esta operación.
Los primeros días fueron difíciles, pues yo era el nuevo y al que todos consideraban como “espía”. Creían que yo decidiría el destino de muchos en cuanto ser despedidos o no. Me tomó un tiempo ganarme su confianza, pero eventualmente fue muy grato poder trabajar con el equipo. Todo transcurría muy bien hasta que llegó el momento que me tocaba hacer inversiones fuertes en la marca para posicionarla de nuevo bajo la sombrilla del grupo. Me entrevisté con muchos proveedores; algunos venían recomendados por la agencia de publicidad y otros los contacté directo.
Había varias opciones, pero con precios bastante altos y ponía presión sobre mi presupuesto. Un día, me visitó una empresa de vallas publicitarias la cual decía tener muchas ubicaciones y con un precio bastante razonable para el nivel de cobertura. Estuvimos platicando sobre los detalles y todo parecía muy bien hasta que les pedí que me mandaran una cotización para tenerla de soporte. La persona me dijo que con mucho gusto, solo tenía que acordar “Cuánto sería la parte que a mí me interesaría del negocio”, para tomarlo en cuenta en la cotización. No entendí al inicio y le pedí que me explicara y me dijo lo siguiente:
En ese momento uno entiende porque le enseñan metaética y ética normativa, pero poco nos prepara la universidad para poder afrontar una situación como esta en la vida real.
Entendí por qué el entorno lo puede corromper a uno. La explicación del vendedor hacia ver que esto es una práctica bastante común y que aparentemente no es fácil de detectar por las empresas. Además, el monto que proponía para un ejecutivo joven recién iniciando no era nada despreciable. La empresa aseguraría el contrato de vallas publicitarias que quería y yo obtendría un “Bono”. ¿Estaría mal aceptar la propuesta si en realidad todos salimos ganando?
La tentación era grande y los beneficios parecían superar las desventajas. En mi cabeza daban vuelta muchas cosas y no encontrada las palabras para responder, pero poco a poco fui encontrando más claridad y pude dar una respuesta a la persona. Le dije que, agradecía su tiempo y propuesta abrí la puerta de mi oficina y me despedí de él.
Sentado en mi escritorio, reflexionaba sobre la conversación y recordaba las conversaciones que teníamos durante las cenas en familia. “Ningún dinero iba a ser suficiente, si eventualmente nuestro nombre y reputación resultaban manchados por ello” decía mi papá.
El dinero se puede generar decía, pero una vez perdida nuestra integridad, esta no se regeneraba. Pensaban en la conversación con el gerente general y como habían confiado en mi para la posición y como me había pedido siempre cuidar los recursos de la empresa.
Sabía que nunca más iba a contactar a este vendedor, ni tomar sus llamadas o mensajes, pero me quede con la sensación que mi respuesta pudo haber sido mejor.
Por todo ello, es importante reforzar los valores de los empleados y exponerlos a cursos, talleres, etc. donde puedan aprender de situaciones similares en ambientes controlados para que a la hora de enfrentar un escenario como el que yo viví, puedan responder de con una respuesta contundente y adecuada en línea con los valores y principios de la empresa.