Revista Granito de Arena

Reputación como activo empresarial

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La Reputación Corporativa, es el conjunto de percepciones que tienen sobre la empresa los diversos grupos de interés con los que se relaciona, tanto internos como externos, como resultado del comportamiento desarrollado por la empresa a lo largo del tiempo y de su capacidad para distribuir valor a los mencionados grupos. Progreso cuenta con una de las reputaciones más fuertes de la región.

Tarda mucho tiempo construir un buen nombre y solo un acto contrario a la ética para destruirlo. Esta es la lección que aprendieron Enron y Arthur Andersen (De Enron Corporation), en los años 2000´s, que trajo consecuencias, no solo para los ejecutivos que incurrieron en los delitos que se terminaron materializándose, sino en los miles de accionistas que habían confiado su inversión a estas empresas y que desafortunadamente quedaron en la desolación financiera y la decepción.

Y es que, en el caso de las personas jurídicas, la responsabilidad fiduciaria y el deber de cuidado de sus directores son factores que directamente construyen o destruyen reputación.

Con el advenimiento de factores como la globalización y la Responsabilidad Social Empresarial –RSE-, el valor de la reputación de las compañías se ha tornado en un activo intangible importante dentro del balance de las empresas. Tanto es así, que se le asignan valores millonarios en empresas que han podido construir reputación sólida.

Para el caso de las operaciones de Due Dilligence, para transformación empresarial como fusiones y adquisiciones, evalúa con mucho cuidado este activo que no solo es un registro numérico, sino una promesa de valor de los productos o servicios que se ofrecen que otorga la garantía de ingresos.

Entonces, ¿cómo funciona internamente la estrategia de fortalecimiento de reputación corporativa para que se convierta en un activo valioso? Pues definitivamente viene determinada desde el “Tone of the top”, es decir desde el compromiso del órgano de administración de la persona jurídica, pues es la génesis de las guías de actuación para toda la organización. No se puede concebir directores sin compromiso con la buena actuación y colaboradores con compromiso de buena actuación o viceversa. Lo que se ve en la cabeza, lo replica el cuerpo.

¿Cuál es entonces nuestra obligación como ejecutivos que trae consecuencias directas a la reputación de la empresa? Pues es nuestro buen juicio, nuestro buen actuar y el cumplimiento de la normativa corporativa y las leyes. Nótesele que he dejado a propósito las leyes de último, porque en el tema de la ética, lo primero que manda no es el cumplimiento de la ley sino el criterio y buen actuar.

Este es quizá el punto medular para entender y promover en los colaboradores, y es que hay imperativos superiores a la ley que son los valores que profesamos, y los valores de las empresas contribuyen directamente con su actuar, y por supuesto con las consecuencias que esto deriva en la reputación.

Durante los últimos años hemos tenido la oportunidad en Cementos Progreso se ser evaluados por el Reputation Institute, en Reputación y los resultados han sido sobresalientes. ¿A qué factores podemos decir que se debe esta buena evaluación? Pues definitivamente a un compromiso directo con la ética que gobierna todas las actuaciones de sus colaboradores, a los valores que se viven desde los directores hasta el último colaborador en la cadena de la organización, pero sobre todo a la consistencia entre lo que se dice y se hace. Cementos Progreso ha declarado ser el empleador favorito, líder ambiental, ciudadano responsable, proveedor favorito y todos estos compromisos se viven en la gestión diaria de todos los colaboradores sin excepción, esta es la receta para que, sin duda, la reputación de Progreso sea uno de sus activos más robustos.

Colaboración

Laura Castañeda

Gerente legal corporativo

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